Los investigadores de la Red Mar del Plata Entre Todos coincidieron en que "hay cierta ficción" detrás de algunos indicadores sociales que mide el Indec "que tiene una deuda metodológica en ese sentido". También advirtieron que la desigualdad de ingresos se acentuó.
La baja en las tasas de pobreza e indigencia en Mar del Plata en el último año, de acuerdo a la medición del Indec (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos), no refleja las múltiples carencias que todavía impactan en la calidad de vida de grandes sectores de la población local.
Así lo plantearon el Dr. Agustín Salvia, director de investigación del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA-UCA), y el Dr. Germán Santamaría, coordinador técnico de la Red Mar del Plata Entre Todos. Ambos son coautores de un informe sobre pobreza multidimensional que fue presentado ayer en el Consejo Profesional de Ciencias Económicas.
El estudio arrojó datos preocupantes: el 23,5% de los hogares está en situación de pobreza multidimensional y poco más del 35% tiene dos o más carencias simultáneas.
“La baja en la pobreza no refleja una mejora en el consumo”, apuntó Salvia, en diálogo con LA CAPITAL. Por eso -agregó- hay cierta “ficción” detrás de las mediciones del Indec.
En diálogo con LA CAPITAL, los investigadores también analizaron las principales problemáticas sociales de la pospandemia, como la falta de acceso a la salud y el trabajo, además del crecimiento de la deserción escolar en los adolescentes. Mientras tanto -aseguran-, la brecha entre pobres y ricos se sigue agrandando.
– ¿Qué ideas centrales arrojó el estudio sobre pobreza multidimensional en Mar del Plata?
– Germán Santamaría: En base a la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec, encontramos que para los segundos semestres hay dos picos de pobreza muy marcados. Uno en 2020, por razones obvias. Y, en el 2023, producto de la estanflación: estancamiento con inflación.
Pero también observamos que si bien disminuyó la pobreza con respecto a 2023, tenemos niveles por encima de los valores prepandémicos, que ya eran altos.
Por otro lado, la indigencia muestra una baja marcada en el segundo semestre del 2024: pasó de 11,9% a 3,3%.
– Agustín Salvia: La caída de la tasa de indigencia, según la EPH, está fuertemente asociada a un aumento de las Asignación Universal Por Hijo y la Tarjeta Alimentar.
Al mismo tiempo, sigue habiendo un mercado de trabajo informal que permite generar ingresos de subsistencia en la población.
Otro aspecto a considerar es que la pobreza por ingresos no mide bien la efectiva capacidad de consumo. A partir del 2024, cuando asume Milei, hay un cambio importante en el sistema de precios. Las comunicaciones, el transporte, el gas, el agua y las tarifas tienen un valor muy alto. Y eso no está registrado en la canasta alimentaria ni en la canasta total.
Esto hace que buena parte de esa recuperación de los ingresos se haya trasladado a gastos fijos, no a gastos corrientes. Eso implica menos consumo en alimentos, turismo o recreación. Es decir, la baja en la pobreza no refleja una mejora en el consumo.
Por eso hay cierta ficción detrás de la mejora en el índice. El Indec tiene una deuda metodológica en ese sentido.
– Pasando en limpio, podría decirse que la pobreza bajó, pero sigue siendo alta.
– A.S: Estadísticamente hablando, bajó. Quizás es más real la caída de la indigencia que la de la pobreza. No solo porque sigue siendo alta, sino porque no refleja la capacidad de consumo.
– ¿Qué carencias en particular encontraron en los hogares de la ciudad?
– A.S: El índice de pobreza multidimensional tiene dos partes. Una que cuenta carencias de seis dimensiones básicas de acceso a derechos sociales: alimentación/salud, educación, trabajo, hábitat, servicios públicos y ambiente. Mar del Plata en los últimos 20 años viene bajando su proporción de incidencia de los déficits de muchos datos estructurales.
Si bien bajó el porcentaje de personas afectadas porque aumentó la población, seguimos teniendo 15.000 familias sin agua corriente, 20.000 sin cloacas, 20.000 jóvenes que no terminan el secundario.
Estos problemas no solo ocurren en la periferia de la ciudad, sino también en el casco urbano central.
Dentro de la pobreza multidimensional, los tres indicadores que más se incrementaron en la pospandemia son: los problemas de acceso a la salud y la inseguridad alimentaria, el trabajo precario y, en menor medida, la educación.
Esto afecta sobre todo a los jóvenes adolescentes. En cuarto y quinto año, muchos adolescentes abandonan y no se reinsertan educativamente.
– Estas variables muestran que no alcanza con la estabilidad macroeconómica y la inflación desacelerada para que baje realmente la pobreza.
– G.S: No solo es necesario que la inflación baje. Sin crecimiento económico, no hay generación de empleo vía inversión directa, aumento del consumo, exportaciones. Se necesitan que otras variables traccionen.
– A.S: Sobre todo porque la mayor parte de los ingresos de los hogares vienen del campo laboral. En la coyuntura actual, el estrés económico de las familias aumentó. No alcanza la plata.
– Otro eje del estudio plantea la gran desigualdad en materia de ingresos de la población. ¿Qué lectura hacen?
– G.S: La inflación es la principal responsable de que haya una transferencia de ingresos de sectores de menores recursos a otros de mayores recursos. Para un ingreso alto, la compra del supermercado representa un porcentaje menor. Para un ingreso bajo, es al revés. Si bien esa desigualdad disminuyó en 2024 respecto a 2023, tenemos el impacto de la macroeconomía en la redistribución de la riqueza.
– A.S: Para los gobiernos es más fácil dar ayudas sociales que incentivar créditos o incentivar la creación de empresas. Dar un contexto para que los pequeños y medianos inversores saquen los dólares que están en el colchón y los pongan a invertir y circular para crear empleo. Para eso se necesitan reglas de confianza, seguridad y estabilidad.
Otro dato es que las encuestas de hogares, ni la del Indec o la de la UCA, captan lo que pasa en el 3% ó 4% más rico de la sociedad.
En Argentina, con o sin kirchnerismo, hay un aumento en la concentración de ingresos en ese 3% ó 4% más rico en términos reales. Se sigue agrandando la brecha.
– G.S: Y acá lo podemos ver, tenemos dos ciudades. Una que hace torres por todos lados, proyectos faraónicos, en medio de un récord del costo de la construcción. Y hay otra parte que no tiene asfalto a unas pocas cuadras.
– ¿Qué medidas deberían ser prioritarias para lograr una baja sostenida en la pobreza?
– A.S: La generación de empleo es central. En ese escenario, este trimestre no es para ser optimistas. Quizás si la entrevista la hubiéramos hecho a fines del año pasado, quizás hubiera habido una dinámica de aparente recuperación.
Pero hoy eso está en duda. La inestabilidad macroeconómica y las tasas de interés altas afectan la posibilidad de obtener un crédito para consumir e invertir.
– G.S: Además, el desempleo se puede solucionar con crecimiento sostenido, un plan económico, etc; pero también hay que capacitar. En Mar del Plata observamos que hay una brecha entre lo que demandan las empresas y la oferta laboral existente.
– Tiempo atrás, se hablaba de que estamos ante el final del modelo de post-convertibilidad. ¿En qué periodo histórico nos encontramos hoy?
– A.S: Estamos en el mismo proceso. A Milei le tocó desarmar el modelo de post-convertibilidad. Todavía no salimos. Se está desarmando lo viejo. La síntesis hoy está abierta y es una oportunidad histórica. Pero Argentina debe encontrar un modelo de crecimiento y desarrollo con acuerdos políticos, capaces de llevar adelante políticas de Estado. Hoy no está eso y explica por qué no nace lo nuevo. En este contexto, Milei tiene más capacidad para destruir lo viejo que para construir lo nuevo.